Érase una vez un niño que vivía en una granja y tenía un gato que solo decía “miau”. El perro que vigila las ovejas no paraba de hacer “guau guau”. Por eso los llamaban Miau y Guau y por ese motivo también llamaba a los pollos Pío. Un buen día el padre del niño se levantó cuando sonó el despertador ¡ring!. Salió corriendo: ¡pum!, sonó la puerta , dejando encerrados al niño y a los animales. No se les ocurrió nada mas que salir por la ventana , con la mala suerte de caer en un charco y el niño no paraba de decir “¡buaaaa!” y desde entonces los animales lo llamaron Buaaa.
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